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HISTORIAE

Historiografía de la República de las Letras

Artículo escrito por Inma Velarde, graduada en Historia.

Introducción

Voy a comenzar una serie de posts en los que abordaré la República de las Letras en el Gran Siglo, un tema que, sin duda, es muy transversal y al que la historiografía no ha dedicado demasiadas líneas, quizás debido a su compleja composición y explicación. En las siguientes entradas os explicaré las características más destacables de la República de la Letras y que giran en torno a la forma de comunicación, tanto en el sentido lingüístico, formal como físico; ya que la peculiaridad de esta comunidad reside, justamente, en su carácter virtual que hace que la comunicación entre sus miembros sea característica.

«La escuela de Atenas» de Rafael Sanzio

Historiografía de la República de las Letras

El estudio de la República de las Letras apenas tuvo un interés especial para la historiografía europea de la primera mitad del pasado siglo XX. Ni Lucien Febvre para el siglo XVI, ni René Pintard para el XVII, ni Paul Hazard para el XVIII hicieron mención de ella. El estudio de la República de las Letras es bastante reciente y no ha dado lugar a grandes controversias historiográficas. La mayoría de las publicaciones especializadas sobre el tema son monografías sobre aspectos concretos como el estudio de sus miembros, sus formas de sociabilidad erudita, de conducta, y de comunicación, entre otros temas.

“En los tres últimos siglos del Antiguo Régimen, se llamaba República de las Letras a esa asociación que se elegía mediante el voto de sus integrantes y que reunía, para cooperar en el mismo uso estudioso del ocio, más allá de las profesiones y el estado eclesiástico y laico, e incluso más allá de las fronteras y las confesiones, por medio de la correspondencia y de los viajes, a todos los que actuaban por el bien común de la Europa del espíritu, eruditos y sabios” – Marc Fumaroli

Fotografía de Lucien Febvre

La República Literaria, según uno de los grandes especialistas en la materia, Marc Fumaroli, fue una comunidad autoproclamada y virtual de intelectuales que desarrolló fórmulas de sociabilidad literaria y de comunicación cultural características. La República de las Letras era una comunidad erudita que, gracias a su orientación cosmopolita y a la colaboración entre sus miembros, traspasó fronteras y unió generaciones distintas, sin apenas asumir como propios los sentimientos nacionales y religiosos, en un momento en el que Europa estaba profundamente afectada por estas cuestiones, que –como se sabe– habían dado lugar a duros enfrentamientos entre las potencias europeas.

Sin embargo, estos problemas apenas tendrán consecuencias en la República de las Letras, ya que sus miembros mantendrán entre ellos una unión por encima de las divisiones político-religiosas. Esta unidad se sustentaba, entre otros muchos elementos, en el hecho de compartir una misma lengua –el latín, primero, y el francés, después– y un mismo objetivo: “el bien común de las buenas letras”. Era entendido este como el trabajo estudioso útil en beneficio de la transmisión y la acumulación de saberes para llegar a un conocimiento más amplio gracias, precisamente, a la colaboración y comunicación entre los doctos. Cuando señalamos que la República de las Letras fue una comunidad, no queremos dar a entender que el acceso a ella estuviera al alcance de cualquiera. Sus miembros formaban un grupo elitista de acceso restringido, ya que se debía ser admitido por cooptación. La mayoría de sus integrantes fueron eclesiásticos, pero el número de laicos no dejó de crecer a lo largo del tiempo.

Grupo de hombres en una botica, pintura de Cornelis de Man

El término Res publica litterarum aparece documentado por primera vez en 1417 en una epístola latina de Francesco Barbaro en la que felicitaba al destinatario, Poggio Bracciolini, que acababa de descubrir ciertos manuscritos valiosos. Fue este un hito importante, sin duda, en un momento en que los humanistas, enfrascados en la búsqueda y copia de obras antiguas, se sentían copartícipes de la renovatio litterarum et artium inaugurada por Petrarca y de la “nostalgia de la época clásica […] y el deseo de reconstruir el conjunto de conocimientos y de sabiduría que habían alimentado a sus grandes hombres” (Fumaroli). Como tendremos oportunidad de comprobar más adelante, el antagonismo frente al modelo escolástico vigente en las universidades marca el inicio de esta red de colaboración entre letrados. Lo que podría no haber pasado de ser una simple locución en una carta, más tarde pasará a designar una nueva realidad cultural.

“Los estudiosos de la época –ya en tiempos de Erasmo– comenzaron a referirse a ellos mismos como ciudadanos de la República de las Letras” – Peter Burke.

Estatua de Francesco Petrarca en la Galería de los Uffizi

El término República de las Letras fue además utilizado como título en de importantes publicaciones periódicas del siglo XVII, como, por ejemplo, la editada por el exiliado hugonote francés Pierre Bayle en Amsterdam desde 1684. Actualmente su homóloga, la revista Nouvelles de la République des Lettres (NRL) edita dos entregas al año desde 1981, cuando Paul Dibon y Tullio Gregory deciden refundarla. En esta revista se abordan temas de filosofía, historia y literatura en varios idiomas europeos. El término de República de las Letras no será utilizado por los investigadores hasta la década de 1970. Historiadores como Alphonse Dupront y Paul Dibon fueron pioneros, aunque en una vertiente de trabajo más literaria que histórica. La correspondencia entre los letrados, como modo de comunicación característico de esta comunidad, ha sido una fuente fundamental de estudio, así como el estudio individual de los círculos letrados y eruditos.

Fotografía de Marc Fumaroli

Dos de los historiadores que han proyectado sus estudios sobre esta cuestión han sido han sido Hans Bots y Françoise Waquet. Hans Bots analiza principalmente el campo de la correspondencia entre estos letrados, mientras la doctora Waquet es especialista en las diversas formas de sociabilidad culta entre los académicos e intelectuales. En particular ha estudiado la comunicación entre ellos, los idiomas utilizados y la importancia de la oralidad dentro de la República de las Letras. Ambos escribieron conjuntamente un libro en 1997 titulado La République des Lettres, en el que trataron de unificar todos los procesos que dieron lugar a este fenómeno complejo, expresión cohesiva de este grupo cosmopolita y cooperativo de gens des lettres. Uno de los autores que más recientemente ha abordado el tema ha sido el actual presidente de la Revista NRLK, Marc Fumaroli. El historiador marsellés es considerado uno de los máximos especialistas y tiene publicados numerosos libros en los que ha abordado temas como la retórica y la literatura francesas. Uno de sus trabajos, el libro titulado La República de las Letras, no es sino una recopilación de 16 monografías breves que, a lo largo de su carrera, ha publicado en diferentes revistas y que versan sobre el complejo universo de la República de las Letras.

Bibliografía

BOTS, H.; WAQUET, F. (1997): La République des Lettres. París, Ed. Berlin.

BOWSMA, W.J. (2001): El otoño del Renacimiento (1550-1640). Barcelona, Ed. Crítica.

BURKE, P. (2011): “La República de las Letras como sistema de comunicación (1500-2000)”, en IC-Revista Científica de Información y Comunicación, n.º 8, pp. 35-49.

FUMAROLI, M.(1988): “The Republic os Letters”, en Diogenes, n.º 143, pp. 129-152.

FUMAROLI, M. (2013). La República de las Letras. Barcelona, Acantilado.

Artículo escrito por Inma Velarde, graduada en Historia.

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       Inma Velarde es músico profesional, concretamente, violinista, (2009-2013) y graduada en Historia por la Universidad de Valencia (2013-2017). Actualmente cursa un Máster de Patrimonio Cultural en la misma universidad en el que centra su investigación en lo referente al Patrimonio Bibliográfico y Documental de la Península Ibérica. Colabora en diferentes proyectos de divulgación histórica y creó el blog “Historia y otros monstruos” en 2013.

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