Introducción
Las Guerras Médicas fueron una serie de conflictos bélicos que enfrentaron al imperio persa de la dinastía aqueménida contra las ciudades-Estado del mundo griego a lo largo de la primera mitad del siglo V a.C. En esta entrada intentaré resumir las principales consecuencias que tuvieron esta serie de conflictos para la historia griega posterior.
Los persas en el mundo griego
Si los historiadores solo leyéramos fuentes de conocimiento griegas, podríamos pensar que la derrota persa en sus intentos de invadir Grecia destruyó el imperio persa. Nada más lejos de la realidad. El imperio persa va seguir dominando Oriente hasta la llegada de Alejandro Magno, un siglo y medio después de las Guerras Médicas.
Los persas van a seguir ejerciendo una gran influencia en la política griega. En todas las guerras civiles que vendrían en las décadas posteriores, los persas se posicionarían en base a sus intereses en uno u otro bando. Prueba de ello es que con el tiempo acogerían a desterrados como los atenienses Hipias, Temístocles, Alcibíades o Jenofonte, o los espartanos Demarato, Pausanias, Lisandro o Agesilado. La victoria de Esparta en la Guerra del Peloponeso, a finales del siglo, habría sido imposible sin el apoyo de Persia.
Consecuencias de las Guerras Médicas
La lucha por evitar la conquista persa de Grecia hizo que los griegos desarrollaran un profundo sentido de identidad helénica. Poco después de su victoria en Platea, los aliados erigieron en Delfos un monumento compuesto por tres serpientes de bronce enlazadas. En sus cuerpos se podían leer los nombres de los treinta y un estados griegos de la alianza contra los persas.
El origen de la Liga de Delos
Muchos de estos estados temían que se produjera una tercera invasión. Por ello formaron una nueva alianza militar, conocida a día de hoy como la Liga de Delos, capitaneada por Atenas. Con los ingresos procedentes de los tributos de esta liga, Atenas se hizo inmensamente rica. Esta condición permitió al estado reconstruir su ciudad, incluyendo sus famosos muros. Además, contrataron a más magistrados públicos, como los jurados en los tribunales de justicia. Así, la base democrática del gobierno ateniense se incrementó notablemente al incrementarse el número de personas de clase humilde que podían participar en política. No obstante, no todo fueron avances democráticos. El crecimiento imperialista de Atenas también significó un aumento del número de esclavos en el Ática, y una decadencia en el estatus de la mujer.
La gloria también llegó para los atenienses a nivel naval después del importante papel de su flota en la expulsión de los persas. Más aun después de la caída en desgracia del líder de la flota aliada, el general espartano Pausanias, acusado de ser favorable a los persas. Pausanias era regente de Esparta en nombre de Plístraco, el hijo menor de edad de Leónidas. Teniendo en cuenta además que los atenienses habían visto su ciudad arrasada por los persas, y los espartanos no, tenían más motivos que nadie para querer tener la jefatura de las fuerzas navales.
El gran centro cultural
Por otro lado, la gloria económica, política y militar de Atenas convirtió a la ciudad en un centro cultural de fama mundial. Viajeros de todo el mundo griego iban para contemplar las obras de teatro, celebrar las grandiosas fiestas religiosas o maravillarse en los grandes templos de la Acrópolis. No podemos olvidar que los grandes poetas trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides nacieron en Atenas, al igual que el dramaturgo Aristófanes, el escultor Fidias o el historiador Tucídides.
La expulsión europea de los persas
Si bien el gran héroe de la flota naval en las Guerras Médicas fue el ateniense Temístocles, los dos héroes de la Liga de Delos fueron enemigos de éste. El primero fue Arístides, estratego y arconte de Atenas, líder de las fuerzas terrestres atenienses en la batalla de Platea. El segundo fue Cimón, hijo de Milcíades el Joven, el estratega de la batalla de Maratón.
Hasta que murió el propio Cimón en el 450 a.C., la Liga de Delos combatió contra Persia para expulsarlos del continente europeo e impedirles tener bases navales en Jonia. En el 467 a.C., por ejemplo, las tropas persas sufrieron una grave derrota a manos de las tropas de Cimón en la batalla del Eurimedonte. Finalmente, Cimón fue juzgado por corrupción. Aunque se le acusaba de aceptar sobornos del rey Alejandro de Macedonia, fue absuelto. Curiosamente, uno de sus acusadores públicos fue el que se convertiría en el político más famoso de la historia ateniense, Pericles.
Bibliografía
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